Con la magia de los colibríes en el corazón

Por Ana Isabel Rivera Posada*

A ella le brillan los ojos cuando habla de la biodiversidad del territorio nacional. Se emociona al mencionar que Colombia es el país número uno del mundo en especies de aves y orquídeas. Y no es que sea bióloga, es que toda esa riqueza natural que muchos colombianos desconocen la pone a soñar con las decenas de colecciones que podría pintar para ambientar los productos de su empresa y apoyar con su talento labores de conservación.
Alejandra Montoya Gil es Diseñadora Industrial de la UPB y también estudió Diseño Gráfico en Australia. Lidera, junto con su esposo, Juan Carlos González, un emprendimiento dedicado a producir diferentes piezas con ilustraciones de aves, especialmente, las cuales complementan etiquetas que contienen la información puntual de la especie y en qué estado de conservación o peligro de extinción se encuentra. Viven en la Vereda Media Luna, de Santa Elena, hace un poco más de dos años y han hecho de su pequeño espacio personal un santuario de aves y colibríes que ya no sólo sirven de inspiración para sus investigaciones, sino que son compañía para la vida diaria.

Santa Elena y las aves

Llegar a Santa Elena fue el resultado de varios eventos afortunados, dice Alejandra. Apasionada por la naturaleza de toda la vida, gracias al amor infundido por sus padres y haber pasado de niña muchas vacaciones en el Pacífico, Alejandra comenzó a dibujar todo tipo de aves hace unos seis años. Ahí empezó, junto con Juan Carlos, toda una ‘goma’ por ir a avistar pájaros a donde se pudiera y el tiempo permitiera. Eso se juntó con la afición de Juan Carlos por inmortalizar estos animales a como diera lugar y qué mejor forma que la fotografía. Juntos, pintora y fotógrafo, emprendieron una idea de negocio para mostrarle al país lo que veían en sus salidas, pues no querían quedarse con esa bella información para ellos solos. Hace unos cuatro años nace, entonces, AleDesign, la empresa familiar dedicada a producir todo tipo de piezas en las que se exalta “la riqueza viva de este asombroso país”, tal como lo afirman las etiquetas que cada cosa lleva.
Ya habían hecho contacto con la Sociedad Antioqueña de Ornitología (SAO) para salir a cuanto festival hubiera en diferentes lugares y de la mano de buenos amigos que fueron encontrando, entre biólogos y apasionados por las aves, produjeron una primera colección llamada Antioquia Diversa que, como su nombre lo indica presentaba las aves de nuestro departamento. Han pasado cuatro años y han producido dos colecciones más, otra llamada AlucinAndes, para mostrar la flora y fauna de la Región Andina y la más reciente, Identidad Biodiversa, que presenta un buen número de aves endémicas, es decir originarias de Colombia y en la cual, señala Alejandra, quisieran quedarse otro rato más, “porque es mucho lo que hay para mostrar y la mayoría de esas aves están en peligro”.
En todos estos ires y venires, Juan Carlos, quien trabajaba en un banco, le propuso a Alejandra independizarse y dedicarse exclusivamente a lo que hoy hacen, pues empezó a disfrutar más la pasión del tiempo libre que el trabajo de oficina. Eso se combinó con la ida a vivir al campo y fue Santa Elena la que les ganó el corazón, pues como bien lo expresa Alejandra, “fue amor a primera vista, es una magia que uno no puede describir”.

Los colibríes

“Nos gustan todas las aves, pero nuestros favoritos son los colibríes. Cuando llegamos a Santa Elena, empezamos a sembrar plantas y ellos iban llegando. Cuando eso pasa, se va generando como una interacción muy bella con estos pequeños, todos son muy hermosos”, agrega Alejandra, con un brillo especial en los ojos. Los describe a la perfección, con sus rasgos físicos, pero además con algo de su ‘personalidad’ y todo eso parece reflejarse en las distintas piezas que comercializan. “Llegaron varios colibríes, uno de los más grandes que existe, otro conocido como el chillón, que se ve mucho en Santa Elena, o el cola de raqueta que parece un extraterrestre salido yo no sé de dónde, además tiene unas boticas blancas hermosas, es como de otro mundo y la hembra del cola de raqueta es pequeñita, lo más confianzudo del mundo, bella”, dice. A ese paso, sembrando plantas e investigando, hoy ya son aproximadamente 16 especies diferentes de colibríes que los visitan atraídos por la vegetación del lugar.

Largo proceso

No es sólo pintar. Alejandra afirma que “lo que no se conoce no se conserva y por eso nuestro gran objetivo es difundir nuestra diversidad”. Para ello, trabajan por colecciones, cuya producción es un proceso creativo de largo alcance. Primero se conceptualiza la selección de aves que se van a presentar, se le pone un nombre, se escogen las especies (todas no caben, “ojalá” dice Alejandra), ella empieza a dibujar y a colorear, lo cual le toma por pájaro, sin vegetación, aproximadamente tres días. Luego se digitalizan las ilustraciones, se retocan, se define en qué pieza irá, si es un vaso, un delantal, unos portavasos, un cuaderno o un pañito para limpiar lentes, entre los muchos productos que comercializan y se diseñan todos los artículos. Luego viene la definición de las etiquetas, cuyo trabajo es más cuidadoso aún, para que quien compra cada cosa sepa qué especie es y tenga una información básica. Cada tarjeta contiene una breve descripción de la especie, en español e inglés, peso, tamaño, alimentación y, lo más importante, estado de conservación.
Con tanto amor por la naturaleza, son muchas colecciones que Alejandra y Juan Carlos tienen en mente y corazón. “Quisiéramos trabajar Pacífico, Caribe, bosques, son una infinidad de mundos y sobre todo que, cuando uno está rodeado de todos estos biólogos y apasionados que saben tanto, quisiéramos hacer de todo ya, porque hay mucho que difundir”, expresa con una sonrisa.
Mientras Alejandra y Juan Carlos continúan soñando con las mil y una posibilidades para ilustrar nuestra biodiversidad, a su espacio en la Vereda Media Luna del Corregimiento de Santa Elena, seguirán llegando esos bellos colibríes para inspirarlos y perpetuar esa magia que sólo estos animales pequeños de vuelo perfecto pueden producir en los humanos. Cosas que sólo pasan en Santa Elena.

Fotos Cortesía AleDesign.

*Comunicadora Social – Periodista, directora del Periódico VIVIENDO SANTA ELENA, desde el año 2008.

Un comentario en «Con la magia de los colibríes en el corazón»

  • el 18 septiembre, 2018 a las 11:02 am
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    Felicitaciones y gracias por ocuparse de un asunto tan importante que para otros es desapercibido.
    Me siento orgullosa de ustedes dos y por ser parte de Santa Elena.
    Que mí Dios los bendiga y proteja.

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