Entrando en modo Feria de Flores, todo lo demás muere

Pocas cosas, casi nada se podría decir, paralizan la vida natural del Corregimiento de Santa Elena, salvo las actividades de la Feria de las Flores. Como alma y nervio del Desfile de Silleteros y toda la manifestación cultural silletera que mueve miles de turistas hacia el corregimiento, pero además a la ciudad, Santa Elena se convierte en epicentro de las actividades de la Feria de la Flores. Esto tiene tanto de bueno como de inadecuado. Bueno, porque se activa la economía del corregimiento, empresarios, comerciantes y familias esperan siempre ‘su agosto’ con los rendimientos económicos que trae la subida masiva de turistas y se benefician de las visitas y la visibilidad durante esta temporada del año. Lo inadecuado es que Santa Elena, sus dinámicas y los distintos grupos, cuando se acerca la Feria, entran en una especie de nube que no permite ni hacer, ni ver, ni participar de ninguna actividad diferente que no se relacione con la Feria.
Si en tiempos normales, convocar a la comunidad para distintos tipos de eventos y actividades por un asunto de apatía hacia lo institucional organizado por el Estado es difícil, en tiempos de Feria (tanto previos, como durante) esto es IMPOSIBLE. Y es entendible, no se reprocha. Lo que sí se cuestiona es que no haya forma de apuntarle a otras actividades en este tiempo o que se abandonen las preocupaciones por los temas ‘gruesos’ del corregimiento durante las festividades. Es como si, al igual que el fútbol, la feria fuera una especie de opio que anestesiara a la comunidad mientras pasa y lo peor es que luego toca regresar a la realidad, con los problemas de antes de feria, intactos, ahí, que no han desaparecido y tal vez hayan aumentado.
También existe la costumbre de desestimular todo tipo de problemas en el corregimiento porque, ojo, cuidado, no mencione, ni diga, no publique, no reclame porque se afecta el turismo. Personas, organizaciones, líderes, temen (siempre han temido) que, si se manifiesta una dificultad o se denuncia en los días previos a la feria (incluso en tiempos fríos), el turismo baja y se afecta la economía. Así, con ese argumento, se han dejado de lado problemáticas delicadas que se presentan en Santa Elena y lo único que se hace es aplazar la dolencia: la inseguridad en años anteriores, el tema de las grietas este año, la insatisfacción con obras y procesos que se ejecutan, los problemas ambientales y de escasez de agua, la situación de violencia contra las mujeres, los reclamos de las comunidades por los macroproyectos y un largo etcétera.
Pero así, entre festividades y eventos que traen turismo al corregimiento y con ello los pesos que las familias necesitan para mejorar su calidad de vida, los temas importantes se invisibilizan, se ocultan y se van diluyendo en el tiempo. Es claro (y contundente) que son muchas las familias que dependen del turismo, algunas tienen deudas por créditos que han adquirido para mejorar sus negocios y, de ellos, como patrones, dependen muchas bocas más. Sin embargo, no puede ser que con ese pensamiento tan corto y sesgado todo lo complicado y difícil del corregimiento se oculte en una cortina de humo hasta que pasen las festividades.
El llamado es a continuar haciendo visible todo lo que aqueja al corregimiento y a su gente. El turismo no se va a acabar ni va a disminuir, Santa Elena es el tesoro de la corona, la joya mimada de la ciudad y por muchas cosas que pasen, sigue siendo (y lo será) el lugar hermoso y atractivo al que la gente siempre quiere ir, volver y recomendar para regresar de nuevo al primer día soleado que aparezca. Sus encantos van mucho más allá.
Es un asunto de miedo, hay que dejar el miedo y combinar una cosa con otra, promover el turismo y no dejar de hacerlo, pero no olvidar ni perder de vista los problemas. Ah y muy especialmente, que la ‘anestesia’ de Feria de Flores no nos haga olvidar lo verdaderamente importante. Feliz comienzo de fiestas con el Festival de la Silleta, este 14 de julio.