Las duras lecciones de la naturaleza

Muchos sentimientos se cruzan por estos días para los antioqueños. Entre indignación, zozobra, tristeza, pesadumbre, solidaridad, esperanza, todos tienen relación con la situación que vive hoy HidroItuango, la que se levantaba como la que sería la central hidroeléctrica más grande e importante de Colombia. Mientras escribimos este editorial, los obreros que trabajan 24/7 están a pocas horas de ‘coronar’ los metros que faltan para los 410 que son necesarios para que el agua pase por el vertedero y no tenga que ser evacuada, como hasta ahora, por la Casa de Máquinas y otros dos túneles auxiliares.

Momentos de mucha incertidumbre se han vivido desde que comenzó la emergencia el 28 de abril y no hay certeza, todavía hoy, de que el panorama sea muy alentador, pues este evento no sólo puso en riesgo las finanzas de la empresa sino que deja en vilo muchos de los programas sociales que ejecuta el Municipio de Medellín con el apoyo de las finanzas de Empresas Públicas de Medellín.

También hay incertidumbre para las comunidades que han sido evacuadas de las orillas del Río Cauca, ante el riesgo de crecida del río y para evitar pérdidas humanas. Son familias que hoy están en albergues o autoalbergues, que dejaron sus casas con apenas la ropa que llevaban puesta y que hoy no cuentan con garantías de recuperar su vida anterior mientras no se sepa qué pasará con el proyecto. Viven en carpas en los lugares convertidos en albergues temporales, en condiciones complejas, con alimentación y servicios de parte de las entidades que ayudan, pero sin poder regresar a sus casas ni a sus actividades económicas. Los otros desplazados son los hombres y mujeres barequeros (lavan arenas en las orillas de los ríos en busca de oro) cuyo único sustento hoy está afectado por la crecida del río debido a la evacuación de las aguas del proyecto.

Mucho se ha publicado sobre responsabilidades: los últimos cuatro (tal vez cinco) gobernadores de Antioquia y Empresas Públicas de Medellín. Se dice que se desestimaron conocimientos ancentrales de la Comunidad Indígena Nutabe, que advirtió sobre la vulnerabilidad del Cañón del Río Cauca y sus montañas de suelos arenosos que no era posible inundar para un gran embalse porque tenía una larga tradición de derrumbes. Se traen a colación también estudios, que no fueron escuchados, de prestantes ingenieros que hace 15 años advirtieron de la vulnerabilidad geológica de estas montañas y que tal vez allí, justo allí, era el sitio más improbable en Colombia para ejecutar una obra de las magnitudes de HidroItuango. Salen también a la luz las luchas de organizaciones y movimientos sociales que vienen oponiéndose al proyecto, con estudios e información corroborada con las comunidades, desde el año 2005 (Caso Movimiento Ríos Vivos).

Sin embargo, ya habrá tiempo para señalar responsables. Ahora preocupan, por un lado, la situación de los afectados, a quienes el Estado y las entidades involucradas deberán atender y resarcir con toda la dignidad que como seres humanos merecen y, por el otro, la natural condición del majestuoso Río Cauca en busca de su cauce modificado.

La naturaleza habla y nunca habla al oído. Ella habla fuerte, si no le atienden su llamado, insiste hasta hacerse escuchar con toda la furia de la que es capaz. Como dicen los Nutabes, el Río habló y “liberó la fuerza inmemorial del agua… al río no se doma, al ‘Patrón Mono’ se respeta y se venera, es como un Dios. ¡No hay poder humano que lo pueda acorralar!”*

Quedan muchas preguntas, demasiada incertidumbre, dolor por las comunidades, rabia por lo que haya detrás y que aún no sabemos. Pero esto se conjuga con un sentimiento de esperanza, de agradecimiento y solidaridad con quienes están allá poniendo todo el empeño (y hasta arriesgando su vida) para que esto se solucione; de certeza, porque de esta también saldremos y de un profundo respeto por ese río y esas montañas, a quienes le seguimos orando para que amansen su dolor y permitan que el hombre, a veces equivocado, en este caso, pueda (si acaso es posible) rectificar el camino.

Como bien dijo el colega Luis Alfonso Yepes Bustamante (@luisyepesb), el 19 de mayo en su cuenta de twitter: “Son dos etapas al tiempo, la de llegar a la cota 410 y la de atender a miles de afectados. Ganar en las dos. @EPMestamosahi @GobAntioquia. 6:35 – 19 may. 2018”.

*Pronunciamiento del Pueblo Indígena Nutabe, mayo 12 de 2018, Cañón del Río Cauca, Noroccidente Antioqueño.

Un comentario en «Las duras lecciones de la naturaleza»

  • el 20 mayo, 2018 a las 8:49 pm
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    Excelente editorial, lástima tanto sordo y ciego en el poder

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