Llegó la emoción, el trueque de flores

Por Soledad Trujillo Vélez

Amanece en Santa Elena. Los tímidos rayos del sol asoman en el oriente. Las calles se tiñen de gris mientras las casas y sus ventanales se abren a la luz. Ya los silleteros de las diferentes veredas están en pie. Bañados y vestidos. Las mujeres con chalina roja, falda azul, delantal y blusa blanca, chumbe y cotizas. Los hombres, de pantalón azul, camisa blanca, ruana roja, sombrero y tapapinche. Todos listos para el evento de hoy: el trueque de flores.
Las cocinas de las casas huelen a café, arepa fresca, huevo, mientras el molinillo hace el ruido característico en la olleta, “pa tres, pa tres”. Comparten el desayuno mientras esperan con ansia la llegada de los buses.
No ha pasado una hora y ya van rumbo al sitio para disfrutar del trueque de flores, ese evento que organizan cada año la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores, Asocolflores; la Corporación de Silleteros de Santa Elena, Cosse y la Caja de Compensación Familiar de Antioquia, Comfama, en el que no sólo les entregan a los campesinos miles de tallos de diversas flores, sino que se comparten saberes, historias, solidaridad y amistad.
El viaje se hace corto y al llegar se sientan muy juiciosos en sus puestos. Todas las generaciones están en el lugar. Abuelos, padres, hijos, sobrinos, con sus atuendos que lucen con orgullo.

Historias de vida

Un saludo da inicio al evento de trueque. Los asistentes de 17 veredas están atentos a lo que dicen. Adrián Hernández, tesorero de la Cosse, expresa su gratitud a las entidades que patrocinan la actividad y recuerda a su padre, a quien le agradece por enseñarle la tradición silletera, la forma como cada tallo tiene un orden, cada flor un sentido y esa unión familiar que permite la creación de obras de arte con flores y que en el mundo se conocen como silletas.
Ana Isabel Patiño, de la vereda El Rosario y quien además cuenta la vida y la tradición silletera en Comfama, dice que todo que basa en aprender de los consejos de los padres, entender esa sabiduría y conocimiento para que las manos tejan con flores cada silleta que cuenta su propia historia.
El silletero Alirio Zapata Grajales, también de El Rosario, acompañado por toda la familia, afirmó que es importante para la elaboración de silletas artesanales las flores de aquí, pero que a veces se necesitan otras, porque cada silleta debe llevar 15 diferentes y entonces, hay que intercambiarlas con vecinos, amigos, familia.
Cuentan estos personajes que en Santa Elena hay varias formas de ayudarse en Feria de Flores. Los vecinos llegan a las casas preguntando por pompones, gerberas, girasoles, hortensias, rosas, estrellas de belén, chusco, entre otras para hacer la silleta. Algunos tocan la puerta, llaman por teléfono y otros pegan el gritico en la portada.

A cambiar se dijo

Para terminar el acto el director de Asocolflores en Antioquia, Marcos Ossa Ramírez, invita a los silleteros a recibir las flores. Hay silleteros de Barro Blanco, El Cerro, El Llano, El Placer, El Porvenir, El Rosario, La Palma, Mazo, Pantanillo, Perico, Piedra Gorda, Piedras Blancas, San Ignacio, San Miguel, la centralidad de Santa Elena y Media Luna.
Este año fueron un total de 600 mil tallos repartidos en 1.375 cajas, que se distribuyeron el día del evento y en fechas previas. Afuera cada uno recibe dos cajas de flores y de inmediato se ubican en un sitio determinado para abrirlas. Entonces empieza a llenarse el ambiente de frases que dejan ver la solidaridad. “¿Será que tenés rosas?”, “Yo te doy chusco y vos me das pompones” “Me tocaron muchas estrellas de belén. ¿Alguien tiene gerberas?”
Las voces se escuchan y los ramos cambian de mano en mano. Siempre con una sonrisa, un saludo, las ganas de aportarle a los otros y de conseguir sus flores. Sara Agudelo Londoño, de la Vereda Barro Blanco, con la energía de la niñez, revoloteaba por todos los espacios. Salía con pompones y llegaba con rosas, luego con hortensias y volvía con gerberas. “Amá, don Luis necesita girasoles ¿Por qué los va a cambiar?” una sonrisa dibujaba el rostro de la pequeña silletera mientras caminaba segura por entre los puestos.
Y entre el compartir saludos, flores y saberes terminó el evento. Subieron a los buses que nuevamente los llevarían a sus casas. Cargados de flores, de alegría y de solidaridad para continuar con el proceso de pensar la silleta, rayar en papel lo que quieren, hacerla y mostrarla orgullosos el día del desfile.

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