Cuando pasa un silletero… es Santa Elena la que pasa

Por Ana Isabel Rivera Posada*
Ya se ha dicho, un año raro, diferente, una pandemia nos cambió la programación, no sólo personal sino colectiva. Para el territorio de Santa Elena, aún más. Primer año, en 63, que a los silleteros les correspondió desfilar en la casa, aunque realmente no fue un desfile completo sino una muestra. De las 510 silletas participantes para los premios en este 2020, sólo 55, todas hermosas y espectaculares, tuvieron la posibilidad de ser finalistas en las siete categorías, así: 10 tradicionales, 10 artísticas, 10 emblemáticas, 10 monumentales, cinco comerciales, cinco junior y cinco infantiles. Sólo esos 55 silleteros pudieron circular en un espacio de aproximadamente 200 metros, en el Parqueadero Grajales, de la Vereda Mazo. Entre otras, es el primer uso de utilidad local que ha tenido ese parqueadero, desde que fue construido por la Corporación Parque Arví, en 2010.
Y sólo esos 55 silleteros bajaron en cuatro caravanas de la Ruta de los Flores, que recorrieron varios sectores de Medellín. Los restantes 455 silleteros con sus obras no participaron de la muestra silletera para premiación ni bajaron en las caravanas hacia la ciudad. Esas silletas restantes fueron recogidas posteriormente y están ubicadas en lugares estratégicos como Plaza Mayor y La Alpujarra.
Por eso la alegría fue para 55, la frustración y desazón, para otros 455. Y a la tristeza de los silleteros, se sumó la del territorio, por la soledad, las vías y negocios cerrados, las restricciones por el pico de la pandemia y los controles. También por tener por primera vez a los silleteros con sus obras completas desfilando en el territorio pero no poderlas ver, debido a las restricciones incluso, para la movilidad peatonal hacia la zona de Mazo. Muchos entendieron, porque realmente las circunstancias obligaban a ser cuidadosos y no permitir la circulación masiva de personas ni de turistas. A otros, para variar, nada les sirvió y se lamentaron por las dificultades, por la gestión de los permisos, por los cierres, por las restricciones, por no poder ver a los silleteros, por la economía, por la pandemia, porque sí y porque no.

Marcela Bibiana Londoño Atehortúa
Oscar Atehortúa

Impecable
Es de resaltar que la logística puesta en marcha por la Alcaldía de Medellín para el evento fue impecable: los controles a la circulación, los cierres en todas las entradas al corregimiento, las restricciones masivas a visitantes, el control a establecimientos abiertos al público, la jornada de evaluación de las silletas el sábado 7, la presencia de las autoridades, el desarrollo del acto el domingo 8 y la transmisión de la muestra silletera por televisión.
Según información suministrada por la corregidora, Eliana Katherine Gómez Mejía, se contó con la presencia de 145 policías adicionales, 21 motos, siete patrullas, 35 agentes de tránsito por turno y una unidad de combate de la Policía Militar.
Una vez pasado el fin de semana, el balance es positivo. No hubo ningún incidente qué lamentar en el territorio y las actividades transcurrieron en completa calma. La Secretaría de Salud realizó 21 visitas a establecimientos abiertos al público para inspección, vigilancia, control y verificación de condiciones de bioseguridad, de los cuales seis fueron desfavorables y derivaron en cierre. Eran cuatro restaurantes, una charcutería y una barbería.
De otro lado, la corregidora informó que la comunidad del territorio presentó documentos para la gestión de 1.784 permisos, incluidos algunos extemporáneos que algunas personas solicitaron cuando ya se había cerrado la recepción de documentos y que la Corregiduría gestionó para ‘no dejar varado a nadie’. Con esa información, organizada por la Secretaría de Movilidad, que es quien realmente verifica y otorga las autorizaciones, se expidieron los permisos. Del total de 1.784 gestionados, fueron usados apenas 440.

Corregidora Eliana Katherine Gómez Mejía.

Evaluación con fotos
Volviendo al evento, hay que decir varias cosas. Bien pensado para los silleteros participantes, a pesar de la frustración de quienes se quedaron en casa porque no fueron finalistas. Este año las evaluaciones se hicieron con la visita presencial de un grupo de evaluadores, que recorrieron 177 puntos de territorio para evaluar las 510 silletas. Los acompañaba un equipo de 21 fotógrafos, que debían tomar imágenes en igualdad de condiciones, sin filtros, el mismo tipo de lentes y forma de la foto, la silleta sola o el número, sin los silleteros junto a su silleta (para no generar favoritismos). Luego las fotos, en igualdad de condiciones, se enviaban a los jurados, asentados en Plaza Mayor y se les dijo que tipo 6 de la tarde los finalistas recibirían la llamada con el feliz anuncio.
Muchos no durmieron por la expectativa previa y luego de que les anunciaran que estaban entre los 55, entre las 2 y las 3 de la mañana cuando les hicieron las llamadas, la mayoría no pudieron volver a conciliar el sueño.
Algunos silleteros manifestaron tu temor, antes de la elección y su inconformidad, después, por no haber sido seleccionados entre los finalistas, pues dijeron que no era justo que se analizaran el trabajo, mensaje y laboriosidad de una silleta mediante una fotografía que tal vez no la mostraba en todo su esplendor y contexto. Uno de los que se pronunció fue Juan David Gallego Atehortúa, de la Vereda La Palma, participante de la Categoría Artística. Juan David es un joven que a finales de 2019 tuvo un accidente en bicicleta, que como resultado perdió la movilidad en sus piernas y se encuentra en silla de ruedas. Desde comienzos del 2020 inició una cruzada para reivindicar la necesidad de ser incluido en el desfile con su nueva condición y de que se le permitiera participar con una estructura que pudiera ser llevada en su silla de ruedas. Logró ser incluido, que no se le vulnerara el derecho a participar, sin embargo, la frustración vino al no ser finalista.

La silleta de inclusión de Juan David Gallego Atehortúa, Vereda La Palma. No fue tenida en cuenta las finalistas, a pesar del esfuerzo de este silletero que solicitó ser incluido con su opción en silla de ruedas. Foto Cortesía
Juan David Gallego Atehortúa, silletero de la Vereda La Palma. Foto Cortesía.

Mauricio Londoño Londoño

Tan tarde, que no se vio
Aunque en el Parqueadero Grajales, de la Vereda Mazo, donde se hizo el evento principal del Desfile de Silleteros versión 63, el trayecto para desfilar eran menos de 500 metros, el sitio no era el más apto. Hay sectores en los que el piso contiene piedritas y varios silleteros dijeron que “matadoras las piedritas”, más que si hubieran caminado los 2.2 kilómetros que siempre les ha tocado desfilar en la ciudad.
La salida, demorada. Apenas a las 3.30 de la tarde salió la caravana con las camionetas que llevaría las 55 silletas finalistas hacia la ciudad. Esto retrasó también la apertura de vías en el corregimiento, prevista y publicitada para las 2 de la tarde, lo cual generó inconformidad en los dueños de algunos restaurantes.
Apenas unos metros después de salir, aún en Santa Elena, se desató un fuerte aguacero que los acompañó hasta llegar a Plaza Mayor. Algunos silleteros, previsivos, pusieron plástico a sus silletas, pero la mayoría de ellas llegaron emparamadas a la ciudad. Y luego al llegar al centro, la espera se hizo larga mientras bajaban las silletas de las camionetas y las pasaban a las carrozas previstas para la llamada Ruta de las Flores. En total fueron 28 carrozas para pasear las 55 silletas por cuatro rutas diferentes.
En definitiva, se inició el recorrido hacia los barrios ya casi de noche, hubo sectores de la ciudad donde no salió gente (por el aguacero que había caído, por el frío y por la hora), en otras zonas los recibieron hasta en piyama. El esplendor de las silletas, que son obras de arte para ser apreciadas de día por el colorido de las flores, se perdió en medio de la fría noche del 8 de noviembre.
Con ese recorrido tan tarde, el regreso de los silleteros a sus casas no fue la excepción y se dio más o menos a las 11 de la noche.
Un 2020 muy raro, complejo, diferente, nostálgico. Una Feria de las Flores más y esperar a que el año 2021 pueda ser presencial para lograr la respectiva derrama económica en el territorio.
Por todo lo narrado, porque no fue un desfile completo sino una muestra, porque tocó en Santa Elena y la ciudad no vio bien a los silleteros, salvo por televisión, este año más que nunca cobró importancia aquella frase que dice “Cuando pasa un silletero, es Antioquia la que pasa”. Sólo que este año no fue Antioquia la que pasó sino Santa Elena.

Foto Cortesía Alcaldía de Medellín
Foto Cortesía Alcaldía de Medellín

*Directora del Periódico Viviendo Santa Elena desde el año 2008. Mejor periodista comunitaria de Medellín 2016 y reconocida por el Ministerio de Cultura en la convocatoria Comparte lo que Somos 2020, como conocedora y multiplicadora de la Manifestación Cultural Silletera.

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