Las aguas de Santa Elena ya no se escuchan en la ciudad (Entrega 2 de 6)

Por Valentina Arango Correa*

Foto portada Francisco Mejía, 1930, Colección Biblioteca Pública Piloto.
Las rocas son base del cauce que riega desde la montaña, la arena es llegada, es consecuencia, hasta residuo. Cuando la lluvia era poca, se hacía playa. Cuando caía aguacero y se hacía una avalancha, era caos. Así era como la Quebrada Santa Elena bajaba desde el oriente hasta el Valle de Aburrá y se convirtió, desde el siglo XVI, en el centro de los primeros pobladores de lo que hoy es Medellín.
Óscar Zapata Hincapié, historiador oriundo de Santa Elena, cuenta que en esa época, los habitantes del corregimiento se dedicaban a las labores de la tierra, a extraer madera para leña y carbón y, con el paso de los años, hasta para la lavandería de ropa. El agua se usaba también para las actividades cotidianas: para cocinar los alimentos, para bañarse, para beber.

Lavanderas de Santa Elena. Foto tomada de Raíces, repositorio de la Secretaría de Cultura Ciudadana de Medellín.

Mientras tanto en Medellín, se levantaron casas en la ribera, se sembraron márgenes de jardines. Luego, con puentes y huertas, y mucho más tarde, en 1924, las construcciones ansiosas de industrializar la ciudad obligaron con su impulso a que la oficina de Ingeniería Municipal canalizara el paso de la quebrada por el centro —desde el Teatro Pablo Tobón Uribe hasta La Minorista—. Además, porque allá arriba, de donde nacía el agua, explotaban sal y oro. Entonces la quebrada se mezcló con la tierra, con el mercurio, con residuos de la gente, se hizo tan turbia que perdió su pureza: ya no era apta para consumirse directamente.

Así era la Quebrada Santa Elena en su paso por lo que hoy es el centro de Medellín. Ya no la vemos, está canalizada casi hasta la desembocadura al Río Medellín, a la altura de la Minorista. Foto tomada del portal de www.centropolismedellin.com
Las labores de canalización, ya la Quebrada Santa Elena le estorbaba a la ciudad y fue completamente tapada. Foto tomada de Internet, repositorio de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín.

El desarrollo
Luego el agua necesitaba transportarse hasta las casas. Zapata Hincapié narra que un momento clave fue, entre 1941-1942, cuando llegaron a Medellín las primeras mangueras y tuberías de PVC. Desde ahí, cambió la relación de las personas del corregimiento con el agua: “porque ya no es la zanja que hay que abrirla con azadón y pala, y despejar monte (…) sino que ya empieza a incurrir este avance”.
Hasta 1987, los habitantes de Medellín consumían directamente el agua de la Quebrada Aná (como se llamaba la Santa Elena). Carlos López Castro lo cuenta en su texto “Historias del agua y del acueducto en Medellín”: Una cañería transportaba el agua hasta una fuente o pila pública en la plaza principal, hoy conocida como el Parque Berrío. Y así fue como funcionó el primer acueducto hasta 1983, que fue modernizado.

Mucha agua baja de Santa Elena para la ciudad.

El agua que llevó energía
El agua de Santa Elena no solamente fue el motor para el nacimiento de Medellín, también ha sido la que permite hacer de este territorio un hábitat rico en recursos para la gente. Por el agua hay aves, hay insectos, la fauna que mantiene el orden de la naturaleza y que, ahora, reclama un uso, por parte nuestra, que sea proporcional para poder mantenerlo.
Según la historia de las Empresas Públicas de Medellín (EPM), en 1898 se inauguró la primera planta hidroeléctrica con las aguas del corregimiento. De ahí que las quebradas Santa Elena y Piedras Blancas hayan sido muy importantes, por ser el recurso que, al igual que en la historia de las sociedades, son epicentro del desarrollo.
Cuando el verano se sumó a la necesidad de producir más energía, como a inicios de 1887 cuando el tranvía, un conjunto de coches tirados por mulas inauguraron su recorrido, hubo que considerar una nueva hidroeléctrica y así se creó, en 1921, la Central de Piedras Blancas.

Imagen aérea de la Represa de Piedras Blancas, nótese la presa, inactiva para la fecha de la foto. Esta imagen hace parte de una serie de fotos aéreas tomadas en Santa Elena, en 2010, como parte del Plan Especial de Ordenamiento Corregimental (PEOC) de Santa Elena, realizado por la Fundación HTM para la Alcaldía de Medellín.
Esto es Piedras Blancas hoy, un Parque Recreativo, con hotel y atractivos para la recreación pasiva.

Desde entonces, esta planta aprovechaba las aguas que nacen en el corregimiento de Santa Elena, tales como las de las quebradas: Piedras Blancas, Chorrillos, Quebraditas, Chorro Clarín y La Honda. Hasta 1952 prestó servicio, convirtiéndose en la primera represa de tierra en Antioquia.
“Desde la temprana historia de la ciudad, las entidades administrativas del territorio han controlado los principales caudales”, dice Zapata Hincapié. Sin embargo, la responsabilidad del cuidado y conservación no depende solamente del accionar institucional sino de las formas individuales y comunitarias que se han generado para evitar el avance de acciones que ponen en riesgo la cantidad y la calidad del agua en nuestro corregimiento.
Hoy el cauce sólo se escucha arriba, en el corregimiento. Abajo, en Medellín, suenan pitos y motores. Porque eso que antes fue playa, borde de charcos y travesía citadina, se tapó con hierro y cemento. Las aguas de Santa Elena ya no se escuchan en la ciudad.
Esta es la segunda de seis (6) notas periodísticas del proyecto Consciencia por el agua, Estrategia Ganadora de la Convocatoria Medellín Palpita desde sus Territorios 2022, de la Alcaldía de Medellín.

*Periodista en formación de la Universidad de Antioquia. Apoyo al proyecto Consciencia por el Agua, Estrategia Ganadora de la Convocatoria Medellín Palpita desde sus Territorios 2022, de la Alcaldía de Medellín.

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