El año de la convulsión

Nunca se había esperado con tantas ansias el fin de un año calendario como este 2020. Como si al pasar la hoja de 31 de diciembre al 1° de enero se fueran automáticamente todas las maluqueras que deja. Esta pandemia que aún nos encierra, el tapabocas, las dificultades económicas, el desempleo, para muchas personas el hambre y la afectación de la salud mental, son algo de lo que nos deja este año.
El 2020 sí que nos puso a prueba. Probó de qué está hecha la humanidad. Algunos lograron saberlo y demostrarlo. Otros no tanto porque enfermaron o murieron, varios quebraron en sus negocios, otros más conocieron el rostro de la dificultad en sus dolencias físicas y de salud mental, a otros les tocó cerrar matrimonios, cambiar dinámicas familiares, separarse. Y todos, sin excepción, debimos acostumbrarnos a la socialización virtual. Jamás hubiéramos pensado que nuestra vida se reduciría a una pantalla, para trabajar, para estudiar, para celebrar, para vivir. Y también para consumir. Sin datos y de manera muy artesanal, tal vez no hubo un año en el que el comercio electrónico se disparara de la manera que lo hizo en 2020. La crisis económica fue tal que, a quienes tenían su negocio fundamentado en lo físico, les tocó cambiar de chip e incorporar la tecnología si querían vender, incluso los campesinos. Ni se diga de los medios de comunicación. La reinvención fue la palabra del año y a todos, en algún aspecto de la vida, nos correspondió reinventarnos.
Pero fue 2020 el año en el que se evidenció la desigualdad en el planeta. A Santa Elena le tocó una gran parte de esa cuota de inequidad de la ciudad, que tal vez no habíamos visto o de pronto sí, pero no tan aguda. Primero, el hambre. Nuestro territorio, a pesar de ser rural, tiene inmensas dificultades en relación con la seguridad alimentaria. En pandemia fue triste reconocer que muchas familias locales no tenían alimentos, siendo campesinos.
Segundo, la desigualdad en las oportunidades y cómo un computador, que muchas familias no tienen, fue la marca de la discriminación y el ausentismo escolar. Niños y jóvenes de familias con, al menos un computador en casa, pudieron acceder más o menos con tranquilidad a sus clases, a pesar de que el aparato tuviera que ser turnado para todos, padres e hijos. Muy duro el asunto en casas donde papá y mamá trabajan pero además con varios hijos en edad escolar. Pero hubo muchos, miles de estudiantes en Medellín que no estuvieron cerca de poder acceder a sus clases, por falta de aparato o por ausencia total de conectividad.
Tercero y muy doloroso, la conectividad. Fue muy visible que el servicio de Internet debe ser un derecho fundamental junto con los servicios públicos básicos de agua y energía, por ejemplo, eso nos dijo la pandemia. Pero también darnos cuenta del panorama tan lamentable que tiene el territorio de Santa Elena en materia de conectividad a Internet, a pesar de estar a media hora del centro de Medellín. Según la propuesta de recursos de conectividad para los corregimientos de Medellín enviada al Ministerio de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones por la concejala Dora Cecilia Saldarriaga Grisales, del Movimiento Estamos Listas, en Santa Elena “el 90% de los estudiantes continuaron con su educación en casa, 49 estudiantes manifestaron no continuar y con otros 65 se perdió contacto. Respecto a las posibilidades de conexión, el 33% de los estudiantes no tienen servicio de internet en casa y el 23% no tienen un dispositivo en casa para atender a la conexión virtual desde casa. Además de esta información, desde la Institución Educativa Santa Elena se ha manifestado que tienen 339 estudiantes sin conectividad”. Estos datos sin contar con los centros educativos de primaria del corregimiento, en los que supimos de las peripecias y maromas que hicieron los docentes en 2020 para poder dictar sus clases. Muchos de ellos dieron sus cursos hasta mediante teléfono fijo y debieron realizar siempre asesorías y acompañamientos mucho más allá del tiempo real de clases para lograr, con exagerado esfuerzo, los objetivos académicos del año lectivo.
Esta desconexión del servicio de internet y la ausencia de dispositivos para poder recibir el aprendizaje, especialmente para las zonas rurales, hace que la brecha sea mucho más amplia de lo que se creía. De igual manera, los efectos de la pandemia ponen a la Administración Municipal en un escenario con enormes desafíos, pues no sólo deberá apostarle a mejorar la seguridad alimentaria en los territorios, sino que deberá además garantizar el acceso a la conectividad y a las herramientas tecnológicas para que los niños y jóvenes en edad escolar no tengan un motivo más para desertar. La desigualdad se resuelve con educación y oportunidades, eso también nos lo dijo la pandemia.
Pero no todo fue malo. Hay asuntos bonitos para capitalizar. Nunca antes en Santa Elena se había despertado la solidaridad como en 2020. Hubo unión, solidaridad, empatía. Conecta Santa Elena fue uno de esos ejemplos de acción solidaria de algunas personas, que pensaron en el bienestar de otros que la estaban pasando mal y se generaron acciones de apoyo y acompañamiento a la comunidad durante la pandemia en temas básicos como alimentación, salud, apoyo social y sicológico e intermediación para la venta de productos. Es una idea que permanece, con una conciencia expandida como una organización que busca el beneficio de la comunidad en diversos temas que la aquejan. En 2021 se estarán dando esos pasos.
Cada quien verá el 2020 según como le haya tocado ‘bailar’. Algunos lloran las pérdidas personales y laborales; otros podrán agradecer el impulso a su negocio o la reinvención de sus actividades personales; varios querrán borrar de la historia este año tan convulsionado y algunos más proyectarán con esperanza un mejor 2021.
Para nosotros como medio de comunicación, fue un año de mucho aprendizaje, implementamos mejores formatos de interacción con la comunidad, desarrollamos un hermoso proyecto sobre huertas y culinaria local y tenemos bastantes lecciones además de retos para el 2021. Sólo esperamos que, aunque sea un poquito, haya algo de esperanza en sus corazones. Quedan muchos retos como territorio, como comunidad y será crucial lo que sea posible hacer con adecuados niveles de participación y unidos, sin distinciones de procedencia, raza, color, condición sexual o preparación académica. Todos somos habitantes del mismo territorio y podemos aportar para mejorar su calidad de vida.
Resta agradecerles por su constante apoyo y desearles un tranquilo fin de año, en familia. Que el 2021 no sólo traiga mejores vientos sino, muy especialmente, oportunidades para todos. Hoy nos despedimos y reanudaremos labores el 18 de enero de 2021.

2 comentarios en «El año de la convulsión»

  • el 28 diciembre, 2020 a las 11:26 am
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    Muchas gracias equipo periodístico,y en especial a su directora, Ana Isabel, quien desde su gran compromiso periodístico, nos informó con gran espíritu de veracidad. Adicionalmente se diseñaron 30 vídeo clips que de manera asertiva apoyaron las labores pedagógicas del centro educativo Piedra Gorda. Aplausos
    Y gratitud por siempre.

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    • el 18 enero, 2021 a las 7:43 pm
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      Gratitud nuestra con ustedes, las docentes, que conservan esa mística y entusiasmo, a pesar de las dificultades. Fue un hermoso trabajo en equipo. Esperemos que este 2021 nos permita hacer muchas cosas más juntos. Gracias por tus palabras y tu apoyo.

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