Así es como se está agotando el agua de Santa Elena (Entrega 5 de 6)
Por Valentina Arango Correa*
Foto portada: Son muchas las campañas que hay que hacer en los diferentes sectores, pero más que eso, el llamado es a ser conscientes y tomar acciones personales y desde casa para aportar el cuidado del recurso más preciado, el agua.
Cada que es posible, una vez al mes como mínimo, Simón sube a Santa Elena. Su búsqueda es el encuentro con la serenidad y el aire fresco del campo y el bosque más cercano a Medellín. Poco sabe él sobre las problemáticas que afectan al sector, no es un habitante del territorio, sólo es un turista como los muchos que suben cada año de visita.
El atractivo de la tradición silletera se ha sumado al aumento de hogares y una gran oferta de hoteles y restaurantes. Si antes vivía una familia, ahora llegan 100, 200 o más personas durante un fin de semana para usar un recurso como el agua, que no es suficiente. Y esta es solamente una de las prácticas que colapsan los sistemas de acueducto, lo que genera racionamientos o cortes del servicio para los habitantes.
Más gente, menos agua
El paisaje de Santa Elena cambió y con ello su naturaleza. Para levantar construcciones tales como un restaurante, un hospedaje o casas, se cortan árboles, se hacen explanaciones de montañas y también se requiere instalar servicios públicos como el agua y la energía.
En tableros de tiendas y lugares públicos se suelen encontrar anuncios con un “se arrienda” o un “se vende”. En redes sociales también se alquilan espacios con la promesa de, incluso, una quebrada propia. Muchas veces no existe ni la capacidad del terrero para ser construida o la ley ni siquiera lo permite y el agua no es un recurso en venta, es un bien colectivo.
Para Eliana Katherine Gómez Mejía, corregidora de Santa Elena, “la zona se aísla cada vez más de la definición de vivienda rural dispersa y se acerca a una urbanización acelerada de sus veredas, donde la mayoría de las construcciones se realizan de manera irregular, colapsando las densidades estimadas por el Plan de Ordenamiento Territorial, afectando la disponibilidad del recurso hídrico y afectando la suficiencia de las infraestructuras de los prestadores del servicio público de acueducto”.
A lo anterior se suma la presión urbanística de quienes quieren llegar a vivir al corregimiento, entonces los habitantes prefieren hacer construcciones y recibir una renta, a sembrar.
El fontanero del acueducto Santa Elena, Manuel Atehortúa Londoño, añade que “Muchas personas están subarrendando las casas o una persona tiene una casa y construye. Entonces, con el mismo medidor o contador, se le está proporcionando agua a la nueva casa o a los hoteles”. Esto impide que llegue el agua suficiente para quienes sí cuentan con el servicio legalmente.


La necesidad urgente de concientización
Con la llegada de tantas personas también han aumentado los desechos humanos. Existe una carencia de pozos sépticos en diversos lugares del corregimiento, lo que genera afectaciones en el agua por la disposición de las aguas residuales domésticas a las quebradas, lo que a su vez limita y contamina el recurso en su recorrido hasta los tanques de los acueductos.
Asimismo, la falta de cultura ambiental de los visitantes en zonas de charcos, caminos, bosques y senderos, además de comunidades asentadas cerca a las quebradas, arrojando basuras en su cauce, sin reciclar ni separar los residuos, han aumentado el daño a la naturaleza.
A todo lo anterior se suma el uso irracional del agua: lavado de carros o riego de plantas con agua potable —la cual debería utilizarse sólo para el consumo humano— o el depósito de desechos al inodoro o a la naturaleza y el uso elevado en las escuelas.
Les corresponde, tanto a habitantes como turistas, garantizar su derecho vital del agua. El cuidado es un asunto de todos. Ya los acueductos se unieron para buscar soluciones, pero hay una necesidad conjunta de que entre todos se haga un uso consciente, en el que las prácticas se encaminen a reducir la problemática y así conservar el agua de Santa Elena.


*Periodista en formación de la Universidad de Antioquia. Apoyo al proyecto Consciencia por el Agua, Estrategia Ganadora de la Convocatoria Medellín Palpita desde sus Territorios 2022, de la Alcaldía de Medellín.
Para mí la situación es otra, la necesidad es un cambio en el PoT que permita legalizar muchas construcciones, porque si alguien viene a vivir a santa Elena es por el amor o la necesidad, en la ciudad ni hay arriendo para tanta gente, los territorios se transforman y hay que entender eso. El problema real es que no aumentan la capacidad del acueducto, ni lo actualizan, entonces así es muy complicado.
Gracias por escribirnos
El problema grave es que desde el conocimiento y desde la norma la legalidad,se debe establecer el control de la construcción,d finir un a partir de cuento y condiciones «borrón y cuenta nueva» real y con fecha,si el nativo vende y no es honesto al decir que sus derechos como nativo se extinguen con la venta ,debe permitir una sanción y una recuperación de capital del comprador pero la evidente xenofobia y la protección desde los entes reguladores con aplicación de la ley diferentes,hacen además de injusta y descontextualizado,el control desde territorio
Gracias por escribirnos.