Otro día del campesino, sin mucho qué celebrar

Este 2 de junio se conmemoró un nuevo Día del Campesino en el país. En el Corregimiento de Santa Elena hubo fiesta, gestionada por la Administración Municipal, para hacer reconocimiento a las personas que aún cultivan la tierra y que intentan sostener una parte de la seguridad alimentaria de la ciudad en medio de múltiples dificultades. Por lo menos este año, la Alcaldía de Medellín hizo el agasajo el día que es y no lo aplazó para septiembre como el año anterior o para diciembre como en 2017 y 2016 y todo debido a un capricho presupuestal.

En 1965, durante el gobierno del presidente Guillermo León Valencia, se estableció que el primer domingo del mes de junio se celebraría el Día del Campesino, un evento que desde entonces ha buscado el reconocimiento de los campesinos y campesinas en el desarrollo económico, en la seguridad alimentaria y en la conservación de las tradiciones culturales rurales de nuestro país.

Hay que destacar que, de todo el territorio municipal (328 kilómetros cuadrados), el 72% corresponde al área rural (218 km2) y apenas el 28% (110 km2) es la zona urbana. La ruralidad de Medellín la componen los cinco corregimientos, cuatro ubicados al Occidente y Santa Elena, situado de manera privilegiada, solo, al Oriente: Son en orden, San Sebastián de Palmitas (Comuna 50), San Cristóbal (Comuna 60), Altavista (Comuna 70), San Antonio de Prado (Comuna 80) y Santa Elena (Comuna 90). Se llaman comunas, no de manera despectiva sino por  la vigente División Político-Administrativa (2004), que así los denomina.

En la actualidad, la ruralidad de las grandes ciudades (Medellín no es la excepción), sufre el deterioro de las actividades campesinas debido a la presión urbanística en los bordes urbano rurales. Esto es la ocupación informal de las laderas que va ‘subiendo’, con el consiguiente cambio y deterioro en el perímetro urbano y también la transformación de las dinámicas productivas y económicas de cuenta de la ejecución de macroproyectos de borde como ecoparques o sistemas de transporte integrados. Para el caso de Santa Elena, han sido especialmente impactantes en el pasado reciente (2007 hasta ahora) la puesta en marcha del Cable Turístico Arví y el denominado Parque Arví en zona de influencia de las veredas Piedra Gorda, Mazo y Piedras Blancas. También es dramática la cercanía con los asentamientos informales de las comunas 1 (Popular) y 3 (Manrique), pues hay población en estas zonas que no es ‘ni de aquí ni de allá’, es decir que por estar por fuera del perímetro urbano, la Alcaldía no las atiende ni en esas comunas ni en el corregimiento y están por fuera de toda clase de servicios y oportunidades (este es el caso de La Cruz, en la comuna 3 y el sector de Flores de Oriente, que pertenece a Santa Elena pero queda más cerca de la Comuna 1).

Volviendo a Santa Elena, es importante recapitular sobre la situación de nuestros campesinos. Ya son pocos. Quedan en los cinco corregimientos, una cifra menor a 3.000 campesinos*, según datos de la UMATA de Medellín, adscrita a la Subsecretaría de Desarrollo Rural. Entendiendo por campesinos, las personas que se dedican a cultivar la tierra y viven de lo que siembran y en algunos casos les alcanza para comercializar.

De otro lado, muchos de los que aún viven de sembrar en Santa Elena tienen variadas dificultades para comercializar sus productos. Santa Elena no cuenta con un centro de acopio, el más cercano es la Placita de Flórez, tradicional para nuestra población campesina casi desde que se creó el lugar. Otros llevan sus productos a la Minorista o a la Central Mayorista, pero casi siempre están sometidos a los vaivenes del mercado con intermediarios que se llevan la mejor ‘tajada’ de las negociaciones. Nuestros campesinos tienen pocas garantías de bienestar, muchos no cotizan a pensión y van envejeciendo sin esperanza de relevo generacional. En la mayoría de los casos no tienen acceso a créditos para casos de emergencia, tipo granizadas que son muy comunes en el corregimiento y acaban con diferentes producciones de verduras o flores y tampoco tienen acceso a subsidios del Estado como incentivo para realizar su labor. Por eso es que una conmemoración del Día del Campesino cada año deja un sinsabor, pues aún faltan apoyo y acompañamiento.

Pero no todo es malo. Parece haber esperanza. En la actualidad, la Alcaldía de Medellín formula lo que será el Distrito Rural Campesino (DRC), un instrumento de gestión que fue incluido en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), vigente desde 2014, gracias a la presión de organizaciones sociales y campesinas de la ciudad. El diagnóstico participativo se efectuó en 2017, ya concluyó la etapa de formulación y se estructura el documento para la adopción, la cual se hace mediante Decreto. Debe entrar en vigencia antes de que termine este gobierno. El DRC contiene, además del diagnóstico más reciente, herramientas de gestión del suelo rural, con unos proyectos que priorizaron las mismas comunidades, enmarcados en unas líneas estratégicas que determinarán el mejor tratamiento de esas áreas rurales, conociendo no sólo las problemáticas sino también las potencialidades. Se trata de un instrumento innovador en materia de planeación en Medellín.

Falta mucho para poder celebrar un Día del Campesino contando que los héroes del campo en Colombia tienen todas sus necesidades básicas satisfechas, que todas las oportunidades les llegan como a las poblaciones de las áreas urbanas o que sus jóvenes estudian para regresar a aplicar lo aprendido al campo, entre otras muchas soluciones. Eso todavía es un sueño, hay pasos lentos con bonitos ejemplos a nivel nacional, pero seguramente, algún día, con todo lo que se plantea desde los Acuerdos de Paz en el marco del Postconflicto, tal vez eso sea posible.

*La negrilla es nuestra.

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