“Se fue un ser bonito” Homenaje a Pedro Nel Hincapié Hincapié
Muchos recuerdos, todos agradables, quedan de don Pedro Nel Hincapié. Hombre noble, sencillo, muy solidario, amoroso, aunque de carácter firme, de frases memorables y de sonrisa infaltable, don Pedro será recordado como el hombre franco, derecho para los negocios y leal a la familia. Toda una institución en Santa Elena. Murió el 22 de junio de 2017, a sus 78 años y dejó un gran vacío. Les contamos quién era.
Sencillo, auténtico, noble y excelente negociante, además de cariñoso, algo maldadoso en los paseos familiares, hombre de palabra para los negocios y exageradamente responsable, además de solidario, así describe Ana María, una de sus hijas, a Pedro Nel Hincapié. Este hombre tan grande – medía 1.80-, guerrero, de carácter firme, era también tierno, entregado a la familia, dulzón y alcahueta con los nietos y muy amable con clientes y amigos. Por eso se distinguió siempre.
Su carácter solidario siempre fue evidente en eventos como el Bazar de San Isidro, pues regresaban a la casa con todo lo comprado en los remates del día, con el mejor ánimo de ayudar a la iglesia en sus recolectas. Esa solidaridad también era la que se movía cuando a medianoche le tocaban la puerta para llevar a alguna embarazada al médico y, sin importar la hora, cogía el camioncito en el que cargaba la madera y se iba a acompañar al necesitado.
Quienes saben de quién hablamos, lo recordarán con su ruana gruesa, su sombrero y su amplia sonrisa, sentado en las bancas de la tienda cercana al aserrío, ahí en El Recreo. Siempre listo para compartir un saludo, una conversación o un aguardiente. Amante y conocedor, como pocos en el Corregimiento de Santa Elena, de la música tradicional colombiana, también cantaba e hizo parte, con algunos de sus familiares y hermanos, de una especie de coro familiar. “Cantaba muy hermoso, junto con mi mamá y siempre nos mantuvo en medio de muy buena música”, dice Ana María, quien entre risas cuenta que era muy exigente, pues “si estábamos en misa y alguien desentonaba, no le gustaba”.
La familia
Se casó con María Alicia Zapata, ella, de Medellín y el de Santa Elena, Vereda El Cerro, de donde era oriundo. Hicieron la simbiosis perfecta y convivieron en armónica compaginación y claro, con las dificultades normales que traen el matrimonio y la crianza de los hijos. El primer año lo vivieron en El Cerro y luego llegaron a vivir al sector de El Recreo, en la parte central. Tuvieron tres hijos (Ana María, Gloria Mercedes y Juan) y al morir deja cinco nietos (Pedro, José Fernando, Juan Manuel, Santiago e Ismael). Cuenta Ana María que nunca los castigaba, a pesar de su carácter firme, pero cuando le tocó darles alguna pela, ese día se emborrachaba.
El ánimo comerciante lo tenía desde pequeño, pues se sabe que ya hacía trueques e intercambios de cosas. Pero su gran talento era cultivar unos hermosos claveles que vendía en la zona urbana. “Llegaba a Medellín con ellos y casi que ni lo dejaban llegar porque ya los tenía vendidos”, dice Ana María. Durante mucho tiempo sembró y vendió flores y luego se dedicó a la explotación y comercialización de madera, actividad que lo distinguió durante muchos años.
Con la partida de don Pedro Nel, Santa Elena perdió a uno de sus íconos. “Se fue un hombre auténtico, solidario. Espero que a todos nos haya quedado algo de él, es un gran compromiso, deja una huella grande, que esos criterios y esas frases de él se queden en nosotros y hayamos aprendido un poquito de él”, dice Ana María.
Alicia, su gran amor.
La familia, su tesoro, siempre leal y pendiente. Tres hijos y cinco nietos que fueron su adoración.
El fútbol, otro de sus gustos en una foto de La Calle, el primer equipo de fútbol de Santa Elena, en 1956.
Los hermanos más cercanos y del alma: de izquierda a derecha, Alonso; Pedro Nel y Luis Fernando.
Epitafio de su yerno, Javier, quien fue como un hijo más.
Fotos Cortesía de la familia Hincapié Zapata.