Un pensamiento, de los mejores

Una desyerbada, cuando era pequeño, de lo que él llama un ‘alar’ (parte del corredor) de su casa paterna y la mutilación de los pensamientos (flores) que tenía su madre en ese corredor, con el correspondiente regaño y pela*, fueron tan inolvidables para José Ángel Zapata Amariles que cuando le pusieron a considerar un nombre para su finca silletera, no lo pensó dos veces. Se llamaría El Pensamiento, en honor a aquella tunda* y a que, a pesar de eso, ama esa flor “porque parece que hablara, una carita que quisiera decirle a uno muchas cosas”, dice este campesino de 44 años, silletero hace 15 y hoy dedicado casi exclusivamente a su Finca Silletera. Y basta con llegar a este lugar, ubicado en la Vereda Barro Blanco, sector El Rosario, para darse cuenta que las distintas variedades de pensamientos de variados colores adornan todos los espacios. Esas, más 64 especies de flores, la charla, el cálido recibimiento y el conocimiento de la cultura silletera son buenas razones para querer visitar esta finca en tiempo diferente a Feria de Flores.
A la mayoría de los visitantes les gusta subir durante el festejo, sin embargo, en temporada baja campesinos como don José tienen más tiempo para atender a los turistas, hay menos congestión y tumulto y es posible disfrutar de una hermosa experiencia. No hay que temer con que no haya flores, pues son muchos los silleteros que tienen jardín florecido todo el año y, por ejemplo, don José es uno de ellos.

Miedo

Muchos años, como 17, de bajar todos los días a la Placita de Flórez a vender verduras y don José se sentía cansado, también incluso de tanto agroquímico que había que echarle la tierra para producir esas hortalizas. Cuenta que un día lo invitaron de la Alcaldía de Medellín a considerar la posibilidad de cultivar de manera más limpia y encaminarse hacia actividades más turísticas. Con mucho miedo, le sonó la idea, pero no dejó de pensar en el cambio que implicaba, cambiar radicalmente de actividad, ‘abrir su casa’ literalmente a gente extraña, de pronto aprender otro idioma y como él dice, “uno apenas con quinto de primaria, sin mucho estudio y un campesino más bien tímido, ¿qué iba yo a hacer cuando llegara esa gente con ganas de ver lo que hacemos y uno sin poder explicar bien?”, afirma.
Sin embargo, vio una oportunidad. Y no se equivocó. Cinco años después de aquel inicio, sus ingresos provienen en un 75% de las actividades de la finca silletera y el restante 25% de las hortalizas que aún vende, pero ahora, por encargo, a personas que viven en el corregimiento que ya lo llaman para anunciarle qué necesitan.
Mucho aprendizaje también en este tiempo, el otro idioma (inglés), varias capacitaciones del Sena y de Comfenalco, también de la Alcaldía de Medellín, además de la formalización empresarial, a la que tenían cierto temor por el tema de los impuestos pero que, como dice, “ahí despacio, aunque es duro, todo se va dando”.

Nadando solo

Lo más difícil, cuenta, fue ponerse de acuerdo con la señora y los dos hijos, pues ninguno estaba de acuerdo. “Eso no es lo suyo mijo, ¿qué va a resultar gente para venir a visitarnos?, eso debe requerir mucha plata…”, le decía el resto de la familia y “a mi se me caía el carriel* un rato, pero solo, seguí adelante”, afirma don José. Hoy la familia trabaja unida en la finca silletera y hasta se han desprendido otros pequeños negocios para uno de los hijos, como es el cultivo de suculentas. Dice don José que ve futuro, pues uno de sus hijos y la señora laboran en actividades de la finca y el otro hijo sube los fines de semana a apoyar pues vive en la zona urbana por motivos de trabajo. Reciben turistas casi todo el año, menos el Día de la Madre y el Viernes Santo que, dice, son sagrados, pero por cuenta de los que le recomienda la Corporación de Silleteros de Santa Elena -COSSE- o los que le llegan directamente, ya hay un buen sustento para la familia.

Pa’ la foto

Si hay algo fascinante en la Finca Silletera El Pensamiento, además de las flores que parecen miles, es la sala de la casa. Uno entra y no sabe para donde mirar pues, desde el suelo hasta el techo, hay fotos, galardones de ganador de anteriores desfiles de silleteros, diplomas, más fotos, objetos antiguos, flores, jarrones, jarras, jarritas, sombreros, carrieles, pequeños armazones de silletas, más fotos de todos los tamaños y la infaltable bandera de Colombia. Unos pasos más allá, como en una extensión de la sala, recortes de periódicos plastificados, muchos álbumes (muchos) con fotos y más objetos representativos, hacen enamoradora esa sala. Es un enorme esfuerzo decorar un espacio como este, sin embargo, todo parece estar puesto en el lugar correcto, a pesar de la cantidad de cosas, nada sobra, es hermosa. Dice don José que antes, esos diplomas se guardaban en un escaparate* pero que ya el sitio es la sala, como también lo es para los galardones de los desfiles (este silletero tiene tres) y los siete reconocimientos por ser ganador en el concurso de jardines que organiza la COSSE. Tampoco puede faltar el libro de visitas, silletero que se respete tiene en su casa uno, que consigna los comentarios de quienes deseen expresar algo luego de la visita y en diversos idiomas.

Servicios

En la Finca Silletera El Pensamiento se prestan distintos servicios:
Lo fundamental es la bienvenida, con un canelazo o bebida caliente, el recorrido, la charla sobre la cultura silletera, elaboración de una pequeña silleta tradicional para que los turistas se tomen sus fotos y un rato agradable que puede incluir refrigerio o almuerzo si el visitante lo prefiere. El transporte sí es aparte y los turistas llegan a la finca que es de fácil ubicación.
Para contactarlo, puede ser a través de Facebook como Finca Silletera El Pensamiento o en el celular de José Ángel Zapata Amariles, 311 421 83 91.
Vea también: https://youtu.be/MWT2cO_-D5Y

*Pela era para los mayores, nuestros abuelos o madres según sea el caso, un castigo que incluía uno correazos o una azotada con una rama de verbena mojada. Eran los castigos que se utilizaban antiguamente.
*Tunda, lo mismo que pela.
*Que se caiga el carriel es una expresión muy antioqueña que representa una caída de ánimo, desanimarse, desmotivarse por cualquier razón.
*Escaparate, armario antiguo, de madera.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Ir al contenido